viernes, marzo 17, 2006
Sin estrés ni comida rápida en la ciudad
Bra, una localidad italiana, es ejemplo de “tranquilidad”
Existen ciudades de todo tipo: desde las puramente religiosas, como la próxima Ave María, hasta las que se forman mediante grupos humanos como Twin Oaks, en Estados Unidos, o Los Horcones, en México, pero la ciudad de Bra, en Italia, tiene la característica particular de ser una “slow city”, como ellos mismos se denominan, o una “ciudad lenta”.
No es extraño que el reloj de su torre esté retrasado siempre 30 minutos. En Bra, el tiempo no importa. En esta pequeña localidad italiana de 28,000 habitantes se camina lento, se mastica lento y se conduce lento, informa el rotativo español “El Mundo”.
Bra, además, es sede de un movimiento internacional, el “Slow Food” (“Comida lenta”), cuyo propósito es proteger los productos locales de la extinción a la que los están sometiendo las grandes cadenas de comida rápida.
Por orden de las autoridades, todas las tiendas cierran jueves y domingos, los vehículos tienen prohibido circular en la zona céntrica de la ciudad, ya que son causantes de estrés.El artífice de esta idea de Bra, hoy presidente del “Slow Food”, se llama Carlo Petrini. En 1986 este periodista, especializado en gastronomía, se enfureció cuando vio los neones y los arcos dorados de McDonald's instalados en la mismísima plaza de España, en Roma, señaló el diario nacional español “El Mundo”.
No paró hasta conseguir que el restaurante norteamericano cerrara sus puertas en aquel enclave. De aquella gesta nació un grupo de amigos dispuestos a combatir “los demonios de la comida rápida” con garbanzos, vino y tranquilidad al comer y cocinar.
Después, la filosofía dejó de ser sólo una actitud ante la mesa y se convirtió en un modo de vida que se plasmó en las ciudades lentas.
Hoy, en Italia hay 35 de estos lugares y el movimiento, que ha hecho mella en 34 países, cuenta con 65,000 adeptos en todo el planeta, informa la página web perspectivaciudadana.com.— Javier Caballero Lendínez
Un espacio “reinventado”

martes, marzo 07, 2006
Nuevas caras en el liderazgo de las mafias
Numerosas mujeres toman el poder que tenían los hombres
Junto con otras transformaciones mundiales, el papel de las mujeres en el crimen organizado cambió en los últimos años al pasar de ser esposas, hijas, sobrinas, primas o hermanas a las cabecillas de las organizaciones delictivas. Las mafias italiana o estadounidense y los carteles de Colombia y México comienzan a dar mayores espacios al liderazgo de las mujeres.
Según el Parlamento de Italia, en ese país, cuna de la mafia, había en 1990 solo una mujer acusada formalmente de mafiosa. Once años después, en 2001, el número aumentó a más de 1,000. La periodista mexicana Doris Gómora Culberth dice que en 2005 la cifra de enjuiciadas era de 10,000.
El “Código de Honor” o “Código del Silencio” —también llamado “Omerta”— de los clanes, que mantenía en secreto la identidad de las mujeres de la familia, ha hecho que éstas, las nuevas “madrinas de la mafia” irrumpan con fuerza en el escenario criminal.
María Serraino, madrina del poderoso clan de Milán, su hija Rita Di Givione, su nieta Marisa Di Givione, Carmela Marzano, Puppeta Maresca, Anna Mazza, Rosetta Cuttolo, etc. son sólo algunos nombres de una larga lista de mujeres líderes de bandas.Según el diario escocés “The Scotsman”, las “madrinas de la mafia” son incluso más violentas y despiadadas que sus esposos, padres, tíos, primos o hermanos.
Gómora cree que “ellas no pudieron ocupar el lugar de sus esposos, ni el crimen organizado proyectó integrarlas en su estructura, pero los encarcelamientos de sus hombres las llevaron a convertirse en las nuevas madrinas y jefas de los grupos que operan los negocios más lucrativos del mundo”.
Ya en 1995, el magistrado italiano Giuseppe Narduci afirmaba que “el papel de las mujeres en los clanes no es subordinado: toman decisiones, planean estrategias y cometen crímenes. Algunos magistrados no creen que las mujeres sean así, y las liberan”.
Según la revista colombiana “La esquina regional”, las mujeres que tienen funciones de jefas “cuentan con carreras universitarias, son cultas, propias al hablar, seguras, apasionadas, líderes natas, frías y vengativas. Son más insistentes en la venganza y la violencia que sus esposos”.
El diario “The Scotsman” llega más lejos al afirmar que “mientras el marido —el antiguo capo— está en prisión, las madrinas son responsables de inculcar los valores de la mafia a los hijos”.
Dos ejemplos claros del nuevo cariz que han alcanzado las mujeres en la mafia los encontramos en las figuras de María Filippa Messina y Giuseppa Sansone.
El diario argentino “Clarín” dice que la primera era la mujer de Filippo Cinturino, uno de los capos de Sicilia. Con su esposo en la cárcel, María Filippa “amplió las actividades delictivas al tráfico de drogas y hasta organizó una emboscada para matar a cinco mafiosos de un clan rival”.
La segunda, Giuseppa Sansone, fue arrestada en Palermo. Era una “mujer de aspecto tímido, intelectual, con grandes anteojos. Giuseppa fue mujer del capo Francesco Tagliavia. Terminó convirtiéndose en jefa eficiente y despiadada del mismo clan.— Javier Caballero Lendínez
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