En México, muchos funcionarios usan estos dispositivos
Los chips en los humanos han pasado de ser un proyecto a una realidad. Una empresa, Verichip, es la encargada de la comercialización de este microprocesador que se implanta bajo la piel del brazo y que puede ser rastreado vía satélite, a través de un celular, o mediante un simple escáner.
Hace unos años saltaron a la luz los chips subcutáneos y hoy día la polémica en torno a su uso parece incrementarse.
La empresa estadounidense que creó estos microcircuitos asegura que proveen información confidencial muy útil enfocada en diversos fines, contienen historiales médicos o sustituyen las tarjetas de crédito o el dinero en metálico al ser escaneados.
El director de Verichip, Conrad Chase, quien lleva uno de estos chips implantados, dijo que “el objetivo de esta tecnología es disponer de un sistema de identificación a nivel mundial, que anule la necesidad de llevar documento de identidad o tarjeta de crédito”.
Desde que la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) legalizó este circuito, varios países y empresas se han interesado por su uso.
Según la agencia de noticias EFE, la utilización de estos chips en trabajadores de una empresa de seguridad en Ohio, Estados Unidos, ha generado críticas de diversas asociaciones civiles.
Activistas de la organización Profesionales de la Tecnología por la Responsabilidad Social creen que “la idea de llevar un chip en el cuerpo supone una invasión a la intimidad”.
Lo cierto es que “los enfermos crónicos podrían beneficiarse con él, ya que el microprocesador contiene su historial médico o el nombre de sus médicos de cabecera. Así, se podrá conocer la información sobre sus dolencias, tipo de sangre, pulso, temperatura, nivel de azúcar en la sangre, alergias o enfermedades que padecen”, según la revista “Infosalud”.
Pero el artefacto también puede tener otros usos. El portal Terra.com relata que en 2002 una pareja inglesa implantó un chip GPS a su hija de 11 años, Danielle Duval. En este caso el aparato lo ideó Kevin Warwick, de la Universidad de Reading, en Londres.
En un eventual secuestro de la menor, el chip permitiría localizarla lo antes posible. Este microprocesador, distinto del creado por Verichip, medía 2.5 centímetros y su señal podía ser rastreada por teléfono celular.
En el caso de México, el portal asegura que al procurador general de la República Rafael Macedo de la Concha le fue implantado uno para localizarlo en caso de secuestro. También se colocaron chips a 170 funcionarios de la misma dependencia.
El chip, cuyo tamaño no supera al de un grano de arroz, y cuyo precio ronda los 200 dólares, ya preocupa a los secuestradores.
En febrero de 2004, según la revista “Estrategias” en su edición número 73, una mujer secuestrada en la ciudad de México relató que sus captores le llevaron a un cuarto y le desnudaron: “Inspeccionaron cada cicatriz de mi cuerpo y me dijeron que sólo buscaban si traía o no 'un arroz', un chip localizador. Me pasaron un escáner que sonó en mi tobillo y se enojaron. Uno de ellos me apuntó con un arma, pero se dieron cuenta de que era un clavo que une mis huesos desde la adolescencia”.
Otros usos
La industria de la diversión también le encuentra ventaja al uso de un chip. En Barcelona, la discoteca Baja Beach Club se convirtió en la primera en proponer a sus clientes más selectos la posibilidad de no llevar dinero en metálico: todo el que decida implantarse el sistema “verichip” estará identificado y proporcionará al club información de su saldo disponible. Más de 60 clientes lo tienen.
No obstante y pese a lo revolucionario del invento, su seguridad está en entredicho, ya que el investigador canadiense Jonathan Westhues conseguió clonarlo. El microcircuito ya no sería una solución segura a largo plazo y la privacidad podría quedar rota por los más avispados.— Javier Caballero Lendínez
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