jueves, diciembre 15, 2005

México, sin control para evitar la trata de blancas

La corrupción, una de las causas de que prolifere ese delito México no posee los controles fronterizos necesarios para evitar el contrabando de mujeres, de acuerdo con el Departamento Estatal de Tráfico de Personas de Estados Unidos. Además, la falta de personal policial entrenado, la corrupción que reina en el país y los cuantiosos beneficios que provee la industria del sexo son caldo de cultivo para que las mujeres sean víctimas de estas redes ilegales. “La ineficiencia general en el sistema judicial mexicano contribuye a la impunidad y a la proliferación de estas redes”, mencionaba el informe del citado departamento estadounidense. Según la dependencia, el Instituto Nacional de Migración (INM) señaló recientemente que ayudaría a las víctimas del tráfico ilegal y les permitiría la estancia en el país si colaboraban en la detención de estas bandas. Sin embargo, “ninguna víctima de estos abusos ha sido identificada aún y la seguridad de estas víctimas frente a las bandas tras delatarlas no está bien definida”, establece el informe. El reporte continúa aclarando que México no guarda ninguna estadística acerca de este tipo de tráfico e incluso que las autoridades del país no han comenzado ningún proceso legal contra la trata de blancas o contra personas relacionadas con este tipo de negocio fraudulento. Según algunas asociaciones a favor de los derechos humanos, el movimiento ilegal de mujeres se ha identificado con varios factores, como la pobreza, la inseguridad y la violencia. La mayoría de ellas ha tenido un acceso limitado a la educación formal. Tácticas para burlar la ley Las redes ilegales han creado nuevas modalidades de trata de blancas que intentan burlar la tipificación de tráfico. Una de ellas es la del contrato de trabajo: las bandas de traficantes publican avisos en los diarios ofreciendo empleo en el exterior. Posteriormente son engañadas y obligadas a prostituirse. En otros casos, estas mujeres llegan al país receptor a través de un matrimonio con un extranjero. En éstos, las mujeres son recluidas y se prostituyen para su esposo. Naciones receptoras en potencia de estas mujeres son España, Holanda o Estados Unidos, entre otras. Lo “afro”, un deseo El problema es de raíz, critican algunas organizaciones. Un gran número de agencias de viajes promueven (a conciencia o no) este tipo de prostitución al anunciar las bondades de cada país “con anuncios que sugieren naturaleza exuberante y a los que inevitablemente se acompaña la imagen de mujeres bonitas, con posturas seductoras que suponen su sexualidad desbordante”, afirman. Una organización brasileña realizó estudios acerca del impacto de la raza en el tráfico de mujeres y la demanda sexual. Los resultados fueron claros: ser afrodescendiente o incluso indígena es un reclamo “exótico” para este tráfico ilegal y su demanda.— J.C.L.

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