jueves, diciembre 15, 2005

Un criminal con una inteligencia brillante

El odio a la madre y la suegra le hicieron perder los estribos “Conserva inalterado su sentido de la realidad, y es capaz de gobernar sus actos, siendo resistente a los tratamientos, algo que ensombrece su pronóstico. Su peligrosidad es muy alta. Su imputabilidad es plena porque su inteligencia es absolutamente brillante”, dijeron los psiquiatras que examinaron al “Mataviejas” español tras su arresto hace unos años. Durante el juicio, José Antonio Rodríguez Vega, el asesino, exclamó: “¡Pagaron justas por pecadoras!”, en alusión a las ancianas. Sus víctimas le recordaban a las dos personas que más odiaba: su madre y su suegra, según la web www.iespana.es/psychogenial. “Cuando las recordaba me entraba una especie de excitación, de venganza inconsciente, de agresividad pensando en todo lo que me habían hecho. Tenía un temblor y algunos escalofríos, y me sentía 'llevado'”, argumentó. “Todos los hombres han sentido alguna vez deseos de violar a su madre”, decía sonriente. Además, explicaba, su primera experiencia sexual fue con una viuda de 50 años cuando él apenas tenía ocho años. El “Mataviejitas” del Distrito Federal puede ser un tanto similar. Según la policía, es un sujeto manipulador, ególatra, con un fuerte desprecio por la vida y muy probablemente víctima de abusos sexuales, morales o físicos. Ambos asesinos son fetichistas: roban algún objeto de las víctimas como método de excitación, para recordar sus crímenes pasados. Cuando el “Mataviejas” fue capturado, en el registro pertinente de su vivienda, se encontró un cuarto pintado de rojo con decenas de objetos de sus víctimas, desde joyas hasta figuras de santos, similares objetos a los sustraídos por el “Mataviejitas”. “Se trata de un psicópata con la frialdad clásica de los asesinos en serie, sin remordimientos; es un personaje hecho absolutamente para el crimen”, concluyó el grupo de psiquiatras españoles. Según ellos, durante el juicio “Rodríguez Vega se descubrió como un ególatra con afán de protagonismo que miraba fijo a las cámaras de televisión, sin huir ni ocultarse, deseando que España conociera su rostro”. “Era la cara de un asesino imperturbable, sonriente y cínico ante los insultos de los familiares de las víctimas que también asistieron al proceso”, precisó uno de los fiscales del juicio. El día que fue asesinado en la prisión de Tobas, finalizaba uno de los casos más espeluznantes de la historia criminal española. El asesino “de mente brillante”, el psicópata que trajo en jaque a las autoridades durante su año delictivo, fue enterrado en un nicho común con la única asistencia de sus dos enterradores.— Javier Caballero Lendínez y Úrsula Sánchez Rocha.

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